¿Qué es la energía reactiva?
En una instalación eléctrica, existen numerosos receptores, tales como motores, transformadores, reactancias, etc., que para funcionar necesitan que se generen campos magnéticos.
Estos equipos, en general inductivos, absorben energía de la red para crear los campos magnéticos y la devuelven mientras desaparecen. Con este intercambio de energía, se provoca un consumo suplementario que no es aprovechable por los receptores, (la energía activa sí es aprovechable por los receptores). A esta energía se le denomina “energía reactiva” y se mide en kVArh.
La energía reactiva provoca una sobrecarga en líneas, transformadores y generadores, sin llegar a producir un rendimiento útil (por eso se paga un complemento o recargo). Sin embargo, la factura de energía sí la contabiliza, por lo que puede llegar a incrementarla en cantidades importantes.
Dicho de otro modo, el voltaje y la intensidad están desacompasadas, de modo que en un caso extremo de energía reactiva con coseno de fi cero, la intensidad sería también cero y la electricidad no serviría ni para encender una bombilla aunque siguiera circulando por el cable y pasando a través del receptor.

Efectos negativos de la energía reactiva
Existen algunos efectos negativos que se derivan del consumo de este tipo de energía:
• Costes económicos reflejados en las facturas eléctricas.
• Pérdida de potencia de sus instalaciones.
• Caídas de tensión que perjudiquen sus procesos.
• Transformadores más recargados.
Además, esta energía provoca sobrecarga en las líneas transformadoras y generadoras sin producir un trabajo útil, y por lo tanto es necesario compensarla para optimizar sus instalaciones eléctricas.
Ventajas de la compensación de energía reactiva
Esta compensación ayuda a obtener ventajas económicas y técnicas:
• Aumenta la capacidad de las líneas y transformadores.
• Mejora la tensión de la red.
• Disminuyen las pérdidas de energía.
• Consigue una reducción del coste de la energía


En diferentes sectores, se utilizan soluciones que minimizan el impacto derivado del consumo de este tipo de energía. Básicamente consisten en la utilización de equipos diseñados para neutralizar la energía reactiva que presentan los sistemas eléctricos. Un ejemplo claro es la instalación de baterías de condensadores.
Las baterías de condensadores compensan la energía reactiva demandada de la red de alimentación y, por tanto, mejoran el rendimiento útil de la instalación incrementando también la vida útil de nuestros equipos.
Importante a tener en cuenta: Dado que las instalaciones no siempre funcionan al 100%, se recomienda que la batería ha de ser automática y contar con un regulador que haga que, en función de la demanda de la instalación, se activen más o menos condensadores, compensando siempre la energía reactiva de modo eficiente.
